Alba Carrillo: "Disney me hizo mucho daño y acabé con tíos que sólo me querían por mi cuerpo" (2024)

Revoluciona desde hace años la crónica rosa como tertuliana y protagonista, pero es mucho más: 'influencer', escritora, madre, activista...Tras una ruptura tormentosa con Ana Rosa, vuelve a ser colaboradora estelar en 'D Corazón' (TVE)

Tengo la sensación de que hay una discordancia enorme entre quien eres y la imagen que se tiene de ti.

Sí. Es así y cada vez tengo más esa sensación. Las apariencias engañan, la vista nos confunde y tenemos que rascar un poco más allá para conocer a las personas.

¿Crees que te consideran menos inteligente por ser guapa?

Hombre, eso seguro. Eres guapa, alta, rubia... pues no serás muy lista. Eso siempre ha pasado y a día de hoy sigue siendo el caballo de batalla de muchas personas. De hecho, se ha popularizado hacer la broma con la coletilla "es que soy rubia", yo misma caigo a veces, y es una frivolidad terrible. Si tú eres mona, presume de ello lo mínimo o te van a etiquetar y a machacar. Te lo vuelvo a repetir, no somos lo que parecemos. A todos los niveles.

¿Te has tenido que hacer mucho la tonta para triunfar en la tele?

Me he tenido que hacer la tonta de manera irónica. La gente inteligente lo ha pillado y otras muchas personas se han creído que de verdad era así, pero esto es como los borrachos, que siempre se delatan, y a la gente que tenemos cultura al final se nos ve en la forma de hablar, en la forma de actuar... Sobre todo tuve que hacerme la tonta en la época de modelo. Lo pensaba hace poco porque estuve en El Cazador [concurso de cultura general] con Godeliv van den Brandt, que también fue modelo y trabajó conmigo en pasarela, e hicimos ambas récords del programa. Debemos replantearnos mucho la idea de que las guapas somos tontas y que somos bien aceptadas en la sociedad. Ambas cosas son falsas. Yo siempre he sido muy friki y la soledad de la vida de modelo hizo que me aferrara a los libros, a leer teatro y cosas que a esas edades y en esa vida la gente no comparte. Al final te cierras un poco en tu mundo y mi mundo era leer.

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Es un tanto contraintuitivo eso de que los guapos no sean bien aceptados socialmente.

Pero es verdad, porque tienes que demostrar mucho desde pequeño. Ahora que mi hijo está en edad escolar, esto lo hablo con bastantes madres y es que mucho bullying viene por ser guapo o por ser listo. No solamente se margina al que tiene gafas, sino también al que destaca. Al final siempre es la necesidad de atacar al diferente, sea por lo que sea.

Tienes dos carreras, Publicidad y... ¡Criminología!

Exacto. Me dio por estudiar Criminología porque el tema de los sucesos siempre me ha fascinado. Fue herencia de mi abuelo paterno, que me sentaba con él de pequeña y buscábamos información sobre sucesos en el periódico como si fuera un folletín, cada día me daba un dato más. Me gusta desentrañar un poco la conducta humana, que es para mí el gran enigma: cómo somos, por qué hacemos las cosas qué hacemos... Me encanta intentar meterme en la cabeza de los demás, así que básicamente lo estudié por placer y quién sabe si en mi carrera profesional algún día podré estar en una mesa de sucesos, que es lo que de verdad me encantaría.

¿Cuántas veces te has reinventado en tu carrera?

Puff, he perdido la cuenta, aunque ha sido de manera muy natural. La vida te pone obstáculos y tienes dos opciones: llorar, que también lo hago y me tiró días enteros a moco tendido, o reaccionar porque no te queda otra. Son compatibles, pero no te puedes lamer las heridas por mucho tiempo, antes o después tienes que coger y decir: "Vamos a ver, la vida sigue, tengo que seguir pagando mis recibos y a ver por dónde tiro". Reinventarse es maravilloso y, en mí caso, también ha sido necesario cada vez que todo se ha ido a la mierda, sea un programa, una relación o todo a la vez.

¿Cómo se vive cuando tu vida sentimental es televisada, analizada y debatida en platós?

Ya con absoluta normalidad porque piensa que estaba estudiando la carrera cuando entré en Supermodelo, luego rápidamente conocí a Fonsi Nieto y, entonces, toda mi vida adulta ha sido así, no conozco otra manera de vivir. Soy como el animal que está en el zoo, no conoce la libertad y entonces tampoco la echa de menos. He tenido épocas difíciles porque era más inmadura y no confiaba tanto en mí misma, pero ahora cada vez soy más consciente de quién soy y llevo la atención con la normalidad que merece. No me quita el sueño.

¿Puedes quedar con alguien y que no se sepa?

Sí, claro. Y lo hago [risas]. Yo he conseguido hacer cosas que no se sepan, lo que pasa es que luego te va dando un poco igual. Ya has conocido al chico, ya empiezas a tener una relación, ya te da igual que se sepa y se acaba sabiendo, pero si te cuidas pues puedes tener tu intimidad. También depende del momento, cuando estás en el ojo del huracán lo tienes jorobado, pero ahora la prensa del corazón se ha relajado muchísimo, ya no hay esas persecuciones tan tremendas ni van a esperar a tu hijo a la puerta del colegio. Por suerte, esto ya es impensable, pero cuando mi hijo era chiquitín estaban siempre allí y era insoportable.

Insultas muy bien, he de decir. Con mucha gracia.

¿De verdad lo piensas? Qué bien, me parece perfecto porque yo también lo creo [risas].

¿Te sale de forma natural o lo llevas preparado de casa?

Eso no lo puedes planear. Me sale de las entrañas, de lo más profundo de mí y ese gracejo que tengo creo que es algo que a la gente le gusta. Tampoco son insultos chungos, es más ironía. Es que he leído mucho a Jardiel Poncela y al final algo se queda. Hay que decir lo que no te gusta de los demás, pero con estilo e ironía, que es siempre síntoma de inteligencia.

Con tus ex no te cortas. A Courtois le llamaste Corticuá, colocando muy cerquita el dedo pulgar y el índice.

[Risas] Es que tengo mucha familia del Atleti. Digamos que nos decepcionó a muchos por unas cosas u otras y hemos hecho un club de damnificados de Courtois.

De Feliciano López dijiste que te sorprendía que dirigiera el Masters de Madrid porque "no sabía gestionar ni su nevera, le mandabas a comprar y no distinguía el lomo del salchichón".

Bueno, me dicen que siempre he tenido novios muy por debajo de mí y es cierto, pero yo también estaba muy por debajo de mí en el momento en que los elegía. Ahora estoy en otra fase, por suerte. Cuando tú haces ciertas elecciones, delata mucho el momento de autoestima en el que te encuentras y yo también me siento responsable y asumo la culpa de las parejas que elegí y me quedaban pequeñas. Si lo analizo, tampoco estuve yo a la altura de mí misma.

¿La tele es la jungla que parece desde fuera?

La verdad es que siempre había defendido que no y que había gente de fiar, pero ahora... De toda mi carrera profesional he sacado dos amigas de verdad, Rocío Carrasco y Estela Grande. Dos en casi 20 años. De verdad que yo lo defendía, pero cuando me pasó todo el tema de Ana Rosa Quintana y entró ahí Miguel Ángel Nicolás, que para mí era prácticamente familia, me di cuenta de que vivía en un mundo utópico respecto a la televisión y las personas. Al final, todo el mundo cuando ve las barbas de su vecino cortar pone las suyas a remojar. En la televisión todo es sálvese quien pueda y da igual los cadáveres que dejes.

Recapitulemos. El "tema de Ana Rosa" fue tu despido a raíz de liarte, en la cena de Navidad, con el colaborador Jorge Pérez, que estaba casado.

Eso es. Ana Rosa no ha sido ninguna decepción porque nunca confié en ella, más allá de que era mi jefa y me pagaba. Le tenía respeto porque no conocía lo que era capaz de hacer. No hablo de que fuera una secuaz de Mediaset para despedirme, sino de que nos hizo pasar a mí y a mi familia unas navidades infernales con el tema Jorge Pérez, haciendo alarde de un machismo encarnizado y un cinismo editorial fuera de todo control, porque tú no puedes ser la productora, el brazo ejecutor y la que explota el tema, pero luego querer quedar bien ante los telespectadores, decir que esto no tendría que haber salido nunca y que en la próxima cena vas a vetar los móviles. Si hubiera querido, ella podría haber censurado ese tema y nunca se hubiera sabido. Ella sabe muy bien qué cosas elige para su programa y a qué amigos y familiares protege escondiendo vídeos y temas. Si eres liberal, tienes que serlo con todo el mundo, y si quieres mostrar la parte trasera del teatro, que sea para todos también. Yo lo que quiero es igualdad. Pero, nada, me lie con un casado, a mí me despidieron y el infiel ahí sigue colaborando y cobrando.

Tú estabas soltera, ¿no?

Claro. El problema no era yo, pero seguimos con el machismo de la robamaridos y la golfa. Además, yo había dicho aquello de que no puedo tomar vino porque se me abren las piernas, que obviamente es una broma y todo el mundo que tiene media neurona lo entiende así, y me machacaron con eso. De hecho, me siguen atacando. Por ejemplo, [Bertrand] Ndongo, de VOX, dijo hace poco: "¿Cómo no va a ser roja si dice que se le abren las piernas con el vino?". Esa misma broma la hace un hombre y todo es jiji jaja. Aparte de que soy una mujer adulta y soltera, si se me abren las piernas, ¿qué? ¿Cuál es el problema? Pero todavía hay censura para las mujeres y cuesta muy caro ser libre en relación a un hombre. Ahí está Jorge Pérez en la isla con Mediaset [participó este verano en Supervivientes All Stars] y yo, como fui la manzana de la tentación, a la calle. Esa etiqueta de puta ya va a ser muy difícil quitármela, pero hay que seguir. Sé que no lo soy y, a estas alturas de la vida, ya me da un poco igual.

Últimamente te has posicionado cada vez más abiertamente a la izquierda.

Sí, de hecho me ha sorprendido y es un superhonor que me hayas elegido para esta contraportada de El Mundo. Es muy subversivo, es como lo de Letizia en la Casa Real. Todos los rojos te lo agradecemos [risas].

¿Por qué has decidido empezar a hablar de política cuando te mueves en un campo tan neutro como el del corazón?

Voy levantando la voz por mi propia experiencia, por cómo veo crecer algunos movimientos peligrosos y porque los derechos humanos no se negocian. No necesito ser un animal para defender los animales, no necesito ser hom*osexual para defender a los gays, no necesito ser inmigrante para defender a los inmigrantes. Defiendo el mundo en el que quiero que crezca y viva mi hijo. Un mundo de libertad en el que, mañana, sea lo que quiera ser y no tenga miedo a expresarlo con naturalidad, un mundo en el que las mujeres vivamos en igualdad y cobremos lo mismo... Mil cosas. Por eso he decidido posicionarme abiertamente.

¿Te preocupa que pueda pasarte factura con cadenas o con marcas?

No me preocupa y, de momento, no me ha pasado. Creo que me lo valoran porque no soy una persona agresiva, sino que lo digo con gracia. Además, es lo que pienso y no lo voy a ocultar. No quiero castrar el pensamiento de los demás, entiendo que otras personas piensen de otra manera y no comprendo por qué puede causarle un daño a nadie que yo exprese mis ideas. No voy por ahí con cócteles molotov, simplemente es mi palabra. Además, aparte de porque me han pasado una serie de cosas vitales que me han hecho alejarme más todavía de la derecha, he sido tan clara porque, cuando a mí me echaron de Mediaset de esa manera tan injusta por pensar y ser como soy, la cadena que me dio la oportunidad fue TVE en un momento en el que está gobernando la izquierda y creo que les debo hablar alto y claro de lo que pienso.

¿A qué serie de cosas vitales te refieres?

Mi familia es una familia trabajadora y hemos tenido una serie de enfrentamientos con socios muy de derechas que han arramblado con todo. Y en el plano personal, tú me dirás... Mi ex marido [Feliciano López] no para de hablar de política muy, muy, muy a la derecha y no es alguien a quien convenga hacer caso. Cuanto más me relaciono con un tipo de personas que, casualmente, tienen la misma ideología, más quiero irme al otro lado.

¿Cómo proteges a tu hijo de que se sepan tantas intimidades sobre ti?

Al final, las cosas que me van ocurriendo me sirven de excusa para, adaptando la situación a su edad, sacar temas en casa y hablarlos con naturalidad. Cuando he estado triste, se lo he hecho saber para que no viva con la presión de que no se puede llorar ni permitir a una persona fallar. Su madre es imperfecta y desde ese punto se educa mucho mejor, porque entiende que no tiene que alcanzar ningún estándar de nada, que tiene que ser él mismo. He tenido mucha suerte porque he sido simplemente yo y me ha salido muy bien porque él ha reaccionado de una manera maravillosa...

[Se produce un estruendo repentino].

¿Qué ha pasado? Estoy flipando. Nos están espiando. Es Facha Rosa.

Me hablabas de tu hijo.

Sí, te estaba contando que mi hijo también es muy feminista porque ha crecido viendo que su madre hace todo sola. Le lleva al cole, trabaja, juega al fútbol, lo que sea. Sabe que las niñas podemos hacer todo. Va a ser muy como yo, creo, un tío muy subversivo.

¿Tienes vacaciones glamourosas para Instagram?

Qué va. Me refugio en el sitio que más me gusta en el mundo: el pueblo de mi abuela, Nava del Barco, en Gredos. Me he criado allí, se duerme muy fresquito, soy yo al cien por cien, nadie me mira y allí no soy un bicho raro.

¿Cómo compaginas el feminismo con la cosificación del mundo de la moda, la publicidad y las redes sociales?

Me he sentido sexualmente cosificada en el trabajo alguna vez, pero no muchas, lo que sí me he sentido es infravalorada. Mientras trabajaba de modelo, estaba en la universidad y me daba mucho coraje que a veces me trataban como si fuera un jarrón, que me pusiera ahí para que me miraran y no tenía ni que pensar porque estaba buena. Joder, si estoy estudiando lo mismo que vosotros, no soy sólo una cara y un cuerpo. Y es verdad que eso nunca ha desaparecido del todo y me da mucha rabia. Me ha empujado a intentar centrarme mucho más en trabajar mi cabeza, porque no quería ser sólo un cuerpo. Soy mucho más. De hecho, mis amigos se ríen porque, cuando me dicen que estoy guapa, les respondo que eso no tiene valor. Lo que me parece un halago es que me digan qué tía más culta o qué tía más divertida. Eso sí que tiene mérito y conlleva un esfuerzo personal, pero ser guapa me vino de serie. Es como la ropa, un complemento, pero si no tienes nada en la azotea no sirve para nada.

Pero, inevitablemente, tu físico influye en cómo te miran.

No soy tonta, lo sé y me doy cuenta. Tengo cosas mucho más reseñables que mi apariencia, lo que pasa es que hay un porcentaje elevado de tíos que no ven más allá, sólo me quieren por mi cuerpo y esos son con los que he acabado casi toda mi vida. Disney me hizo mucho daño. Tengo una necesidad grande de enamorarme, de sentirme querida y de que llegue un príncipe muy guapo que luego es gilipollas. A los de los 80, Disney nos partió la vida. Ahora menos mal que hay Brave y Frozen y las princesas ya no aguantan machirulos, pero yo me eduqué con el cuento del príncipe azul, me caló muchísimo y, luego, ¿con quién he ido a dar? Con hombres que se quedaban en mi superficie, pero como tenía tantas ganas de sentirme querida me aferraba a ellos y era caldo de cultivo para convertirme en sólo un objeto bonito.

¿Has sufrido acoso?

En el tema laboral no tanto como en el tema personal. Hombres que pensaban que por cenar con ellos ya tienes que irte a la cama. O de repente vas a un encuentro para hablar de un tema de trabajo y te empiezan a decir cosas completamente inapropiadas. Yo tengo mucho carácter, pero nadie está a salvo de esto. Ahora evito, por ejemplo, tener comidas de trabajo. Las cosas se hablan en un despacho y, cuando se termina, cada uno se va a su casa. No quiero verme en una situación incómoda, pero nunca se han extralimitado conmigo más que con la palabra. He tenido suerte.

Has hablado varias veces de la Alba de antes y la Alba de ahora. ¿Cuál fue el punto de inflexión?

No es un momento exacto. Son la experiencia, la madurez y mucha terapia. Cuando empecé a ser pública, que era una niña, me adaptaba a las situaciones, no era yo, tragaba con lo malo y me sentía presionada por los demás y por mí, que me ponía muchas trabas para ser yo misma. He vivido sin ser libre mucho tiempo, sin poder decir lo que pensaba, sin sentirme verdaderamente yo. Eso ya no va a volver a pasar.